-Para que se haga cargo del tipo de entrevista: tengo entendido
que el equipo de J. Walter Thompson, director del anuncio navideño de
Freixenet, le dispensó a todas ustedes, burbujas olímpicas, trato de estrellas
de Hollywood.
--Lo
somos ¿no? O, al menos, así nos sentimos. Fueron unos días estupendos para
nosotras y, ciertamente, un reconocimiento público y mediático maravilloso
después de muchos años, muchos, currándonoslo en la piscina, en el gimnasio, en
los entrenamientos y en las competiciones. Nos merecíamos ser estrellas de algo
grande y vistoso. Y, sí, nos trataron como a reinas y así nos sentimos.
-Dicen que la celebración del anuncio les costó un dinerito.
--¿Celebración?
¿Dinerito? La verdad, no sé de qué me está hablando.
-No sé, al parecer, para celebrar el final de la grabación,
lanzaron al agua a uno de los cámaras y debieron pagarle todo lo que le
estropearon, Ipod incluido.
--Sí, sí. Era un chico muy simpático y le sorprendimos en la
última toma. Salió del agua con cara de pocos amigos, como diciendo "¡qué
graciosas las chicas de la sincro,
qué graciosas!". Pero aceptó nuestras disculpas y, la verdad, no recuerdo
si acabamos comprándole un Ipod nuevo.
-¿Qué hacen unas chicas como ustedes en un anuncio como ese?
--Pues,
mira, cumplir el sueño de Nuria, mi madre, por ejemplo.
-El sueño de su madre. ¿Puede explicar eso, por favor?
--Mi
madre llevaba años, ¡años!, dándome la tabarra: "Gemma, tienes que hablar
con alguien para que hagáis el anuncio de Freixenet. ¿Quién lo va a hacer mejor
que vosotras, que sois auténticas burbujas?".
-O sea, que la idea es de su madre.
--¡Qué
vaaaaaaa! Yo no le hacía ni caso, ni se lo contaba a nadie. ¡Faltaría! Y ella,
cada año, volvía con la cantinela. Un día, hasta acorraló a Iván Corretja, mi
mánager: "Iván, tienes que hablar con esa gente de Freixenet. Estas niñas
han de hacer ese anuncio". Mi madre intuía que, un año u otro, haríamos de
burbujas.
-¿Y qué pasó cuando las contrataron para hacer de burbujitas?
--Creíamos
que era broma. Incluida yo, que llevaba un montón de años con la cantinela de
mamá. Nos dijimos: "No puede ser. ¡Nosotras haciendo el spot de Pierce
Brosnan!".
-¿Y qué cara puso su madre?
--Tardé
cinco días en decírselo. Quería contárselo en persona. De vez en cuando, la
llamaba y le decía: "Mamá, cuando te diga lo que me ha pasado, vas a
flipar". Y ella decía: "¿Te casas?". "Que no, mamá, muy
fuerte, ya verás". Y, claro, cuando se lo dije, comentó: "Ya te lo
decía yo".